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jueves, 30 de septiembre de 2010

Parashá Bereshit

La Parashá Bereshit se extiende sobre un período de más de mil años. Se entiende que el texto no relata todo lo sucedido en ese lapso de tiempo sino sólo lo más importante, aquello que afecta a la secuencia de la vida humana para llegar a las generaciones siguientes.

Parashá Bereshit

La Parashá nos relata sobre las personas que se llamaban Janoj. Uno era el hijo de Caín, en relación a quien la Torá nos relata que luego de su nacimiento, Caín construyó una ciudad, "y llamó a la ciudad con el nombre de su hijo Janoj". El otro Janoj fue un descendiente de Shet, sobre quien la Torá relata: "Y transitó Janoj junto a Di-s, y no estuvo más, porque Di-s lo llevó".

Se entiende el hecho de que la Torá relate cual fue el final del segundo Janoj, puesto que esto afecta al relato de la secuencia de las generaciones, pero ¿con qué objeto nos relata la Torá que Caín construyó una ciudad y que la llamó con el nombre de su hijo Janoj? ¿Que significado tiene este hecho en la progresión de generaciones del género humano?

La explicación de esto radica en que estas dos personas expresan una conducta opuesta a la de sus propios padres. Caín asesinó a Hevel y con ello atentó contra la civilización, mientras que en nombre de su hijo fue construida una ciudad, lo que simboliza la construcción y afirmación del mundo. A diferencia de ello, el segundo Janoj era un piadoso para sí mismo y se aisló de la civilización, por ello Di-s se le llevó antes de su tiempo.

La construcción de la ciudad a nombre de Janoj hijo de Caín refleja la perfección del arrepentimiento de Caín. El verdadero arrepentimiento y Teshuvá no significa tan sólo recitar la confesión y reconocer la gravedad del pecado, incluso tampoco es suficiente con cargar con un castigo, sino que se requiere del pecador que lleve a cabo una acción concreta que refleje todo lo contrario al pecado ejecutado.

Así también con Caín, que pecó con la destrucción del mundo y pérdida de vida humana, su arrepentimiento tuvo lugar a través de engendrar una nueva vida – su hijo Janoj -, y de construir una ciudad en su nombre. Con ello, Caín enseñó el camino del arrepentimiento para todas las futuras generaciones. Y como dice el Midrash, que Adam, el primer hombre, aprendió de Caín "la fuerza de la Teshuvá".

Es por eso que la Torá ve necesario destacar el hecho de que se construyó la ciudad y se la dedicó en nombre de Janoj, puesto que con ello tuvo su expresión cabal la perfección de la Teshuvá de Caín por el homicidio de su hermano Hevel.

El relato del segundo Janoj nos enseña una lección opuesta. Que la persona no tiene permiso de ser un piadoso para sí mismo y aislarse del mundo. Es verdad que él a título personal puede ser un Tzadik, un piadoso, pero siendo que su servicio al Altísimo es a partir de aislarse del mundo y no a través de influenciar positivamente sobre él, no es este el camino correcto, hasta que Hashem termina llevándoselo antes de tiempo.

Es así como estos dos personajes llamados Janoj nos ilustran sobre el equilibrio requerido entre ambas conductas. Por un lado el apego al Altísimo y la elevación por encima de lo mundano, y por el otro la construcción del mundo y su civilización. El servicio hacia el Eterno, debe incluir ambas líneas de conducta y no debe inclinarse hacia una sola dirección. Esta combinación entre la elevación espiritual personal y el descenso en aras de construir al mundo, simbolizan a dos hombres que se llamaban Janoj, y esto es lo que dejaron como lección de conducta para las generaciones venideras.

(Likutei Sijot tomo 35, Pág. 7)

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