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lunes, 28 de junio de 2010

Bar Mitzvá Noájida



Una pregunta muy frecuente entre los noájidas que recientemente han aceptado los Siete Preceptos como parte de su vida espiritual, es cómo hacer una celebración de Bar/Bat Mitzvá para sus hijos.


¿Qué es el Bar Mitzvá?

Bar Mitzvá o Bat Mitzvá (para varones y mujeres respectivamente) es el estado al que pasa una persona cuando alcanza la edad en que es considerada como responsable de sus actos.

En arameo Bar Mitzvá significa "Hijo del precepto", no es una celebración sino un estado espiritual. Ser Bar Mitzvá significa ser responsable de cumplir las mitzvot, es decir los mandamientos de Dios.

En el judaísmo se suele realizar una ceremonia religiosa para declarar públicamente que el chico o la chica ha alcanzado la edad de la responsabilidad. También es tradicional hacer un brindis o festejo.

La edad en que se considera a una persona responsable por sus acciones, es de 13 años para los hombres y 12 en las mujeres.

Los jóvenes Bnei Noaj también pueden hacer una declaración pública de que han llegado a esta importante etapa de su vida.

Entre las cosas que puede hacer un joven Bnei Noaj, están:


1. Ser voluntario en alguna actividad que beneficie a los desprotegidos, el año previo a cumplir los 13. Una especie de servicio social que puede cumplirse en algún asilo por ejemplo, o en organizaciones humanitarias.

2. También el año previo a cumplir los 13, el joven debe ser instruido en los 7 mandamientos y sus derivados. Al respecto puede elaborar un discurso para leer el día de su ceremonia. En el discurso se debe agradecer y alabar al Eterno por permitirle llegar a ese día; agradecer a padres y familiares por el cariño, educación y apoyo otorgados; contar alguna anécdota de algún personaje Bnei Noaj o del judaísmo que refleje los buenos valores, el servicio al Eterno o la solidaridad con el prójimo; y manifestar su compromiso para cumplir con los Siete Preceptos para las Naciones, ser una buena persona y colaborar por el bien común y del prójimo. Es decir, servir al Eterno, ayudar a su familia y a la comunidad.

3. Se puede organizar un festejo para compartir con la familia y amigos este importante momento.

4. Los padres también pueden ofrecer un discurso para recalcar su cariño, compromiso y confianza para con su hijo ahora que ha alcanzado la edad de la responsabilidad. Den agradecer al Eterno por todas las bendiciones recibidas, en especial por su hijo de quien deberán destacar alguna cualidad y sus expectativas sobre él.

5. El joven puede dirigir alguna oración, antes de los alimentos por ejemplo.

6. Previo al festejo es bueno que el joven de tzedaká (caridad) o bien que destine una parte de sus obsequios para organizaciones de beneficencia. De esta manera se declara que se ha llegado a una edad de responsabilidad no sólo consigo mismo, sino también con la comunidad.

6. Se puede contar con algún rabino que ofrezca algunos consejos que pueden serle útiles al joven para desarrollar su vida espiritual bajo los mandatos divinos.



La ceremonia y el festejo se pueden llevar a cabo en un salón o en la casa del joven festejado, será en el lugar que la familia considere adecuado.

No hay que olvidar, que con festejo o sin él, los jóvenes habrán llegado a una etapa en la que serán responsables de sus propias acciones y que las ceremonias o falta de ellas no harán ninguna diferencia al respecto.

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martes, 22 de junio de 2010

Parashá Balak, Números 22:2-25:9



Balak, el Rey de Moab, cita al profeta Bilam para maldecir al Pueblo de Israel. En el camino, Bilam es golpeado por su asno, que ve el ángel que Di-s envía para detenerlos antes que Bilam. Tres veces, desde tres diferentes lugares, Bilam intenta pronunciar sus maldiciones; en cambio, cada una de las veces, pronuncia bendiciones. Bilam también profetiza sobre el final de los días y la venida del Mashíaj.

El pueblo cae ante la seducción de las hijas de Moab y son persuadidos a idolatrar al ídolo moabita Peor. Cuando un oficial Israelita de alto rango públicamente toma una princesa Midianita y la lleva a su tienda, Pinjás los mata a los dos, deteniendo así la plaga que se esparcía entre la gente.

De entre todas las bendiciones hay una que los Hijos de Israel cumplen hasta la fecha:

"¡Qué dignas son tus tiendas, Iaakov"

La tradición nos dice que la palabra "tienda" se refiere a escuela o casa de aprendizaje. Las cuales hasta siguen transmitiendo el conocimiento de Dios.

jueves, 17 de junio de 2010

Leyes divinas



Las naciones del mundo tienen 7 leyes para cumplir:


1. No a la idolatría
2. No blasfemar
3. No robar
4. No asesinar
5. No al adulterio y crímenes sexuales
6. No comer parte de animal con vida
7. Establecer leyes y cortes de Justicia


Aún sin conocerlos, muchas buenas personas cumplen con todos estos preceptos, algunos ni siquiera creen en una presencia divina; pero los llevan a cabo porque les parecen "naturalmente" lógicas y aceptables para toda sociedad civilizada.

Sin embargo, cumplir las Leyes por considerarlas lógicas no es un cumplimiento del todo aceptable. Antes que nada, obedecemos porque son mandatos divinos y al acatarlos nos conectamos directamente con el Eterno, nuestro creador. Ese el verdadero motivo para ejecutar las Mitzvot.

El segundo objetivo de cada Mitzvá, es hacer de este mundo una morada para Dios. Santificar el mundo físico y material con cada una de nuestras acciones. Esa es nuestra tarea, y la llevamos a cabo con éxito cada vez que nos apegamos a nuestros mandamientos.

Así pues, los Siete Mandamientos Universales son más que simples reglas lógicas, agradables o deseables. Es el reglamento de un Pacto Divino para cumplir con una misión encomendada directamente por el Eterno, creador del Universo.

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lunes, 14 de junio de 2010

Parashá Jukat Números 19:1-22:1




En la parashá de esta semana aparece uno de los incidentes más desconcertantes de toda la Torá. Los judíos han vagado durante 40 años por el desierto y están sedientos. Entonces, Dios le dice a Moisés que le hable a la roca y que de ella saldrá agua (Números 20:8).

La instrucción de "hablarle" a la roca contrasta con el hecho de que, 40 años antes, Moisés siguió la instrucción de Dios de golpear la roca para que el agua fluyera (Éxodo 17:6).

Esta vez Moisés debía hablar. Sin embargo, una vez más golpea la roca. Nada ocurre, entonces, Moisés golpea la roca por segunda vez y el agua comienza a salir.

La respuesta de Dios: "Ya que golpeaste la roca en vez de hablar con ella, no liderarás al Pueblo Judío en su entrada a la Tierra de Israel" (Números 20:11-12).

Leemos esta historia y pensamos: He aquí el poderoso Moisés, que se enfrentó al Faraón, ejecutó las Diez Plagas, dividió el Mar Rojo, recibió la Torá en el Monte Sinai, y defendió a la gente a través de pruebas y tribulaciones en el desierto. Ahora comete un pequeño error y Dios le quita la posibilidad de cumplir su sueño de entrar a Israel. ¡La consecuencia parece demasiado dura!

El primer paso para entender este incidente es apreciar cómo se encontraba el Pueblo Judío en un momento crítico de transición, en el cual pasarían de la vida del desierto a la vida en la Tierra de Israel. Ante la roca, las instrucciones de Dios a Moisés fueron cuidadosamente elegidas para reflejar esta transición.

Cuarenta años antes, cuando Dios le dijo a Moisés que golpeara la roca, el pueblo acababa de salir de una esclavitud brutal en Egipto – y "golpear" era un idioma que comprendían. Pero esta vez, Moisés fue llamado para liderar una nueva generación que había crecido en libertad; una generación que requería un enfoque más suave, "hablar".

Hay que tener en cuenta como en la parashá, Moisés golpea la roca dos veces. En primer lugar, golpeó la roca y no salió agua. En ese momento tuvo la oportunidad de reevaluar su enfoque y reflexionar más detenidamente acerca de la instrucción específica de Dios de "hablar". Pero Moisés golpea la roca de nuevo.

El castigo de Moisés no es severo, es simplemente una consecuencia de su relación con la nueva generación y las necesidades específicas que ésta generación tenía al momento de entrar en Israel. Al golpear la roca, en vez de hablar, demostró que no estaba preparado para cumplir con esta tarea.

Berel Wein escribe:

"En nuestro mundo incierto, es natural anhelar la seguridad y la estabilidad. Planificadores financieros, planificadores inmobiliarios, expertos de seguros y políticos a cargo, todos ellos intentando convencernos de que de la forma en que es ahora, así también será en el futuro. Sin embargo, todos nosotros en nuestros corazones sabemos que la única cosa cierta sobre el futuro es que no será igual que el presente. Por lo tanto, debemos prepararnos para estar abiertos a las nuevas circunstancias, a un mundo que cambia constantemente. No debemos tener miedo a probar nuevas tecnologías, nuevas ideas y teorías, cambiar carreras y buscar nuestros verdaderos intereses y metas. Hay un anhelo innato de grandeza en todos nosotros. Ese anhelo nunca podrá ser alcanzado sin la voluntad de cambiar, mejorar y probar cosas nuevas".

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lunes, 7 de junio de 2010

El Arca de Noé, una rara construcción



La Escritura nos dice que Dios ordenó a Noé construir el Arca sobre una montaña. A primera vista parece una petición extraña, sin sentido. Después de todo, para un diluvio poco o nada importaba la posición de la nave para abordarla, igual navegaría sobre agua.

Hay ocasiones en que los mandatos divinos parecen irracionales, sin embargo los obedecemos. Acatamos las Leyes divinas porque sabemos que tienen un objetivo, aunque no siempre tengamos el conocimiento para entenderlo.

Toda orden del Eterno tiene un propósito al igual que la construcción del Arca lo tenía. En el caso de esta gran nave, el objetivo era que los seres humanos al extrañarse de tan rara construcción hicieran preguntas. De esta manera la humanidad tendría la oportunidad de cambiar el trágico destino y corregir su camino. Desafortunadamente no sucedió así.

Cuando el ser humano se desvía de las Leyes a tal punto de provocar la propia destrucción del mundo, pierde por completo su conexión con la creación. Nada le produce asombro, ni curiosidad, ni ansia de conocimiento. Mucho menos desea la rectificación del mundo y elevarlo.

Los contemporáneos de Noé simplemente lo tildaron de loco. De la misma forma que le restamos importancia a quienes nos hablan del calentamiento global y sus consecuencias. Vemos el futuro trágico demasiado lejano para que nos afecte a nosotros y no hacemos nada para cambiar la situación hasta que es demasiado tarde.

Noé tardó 120 años en construir el arca. Muchísimo tiempo. Aún así nadie enmendó su camino.

Actualmente la situación es un poco diferente. Afortunadamente no todos rechazan las leyes divinas, pero sí hay muchísimas personas alejadas de los mandatos divinos y por lo tanto rechazando una oportunidad de vivir.

No hay que olvidar que las Leyes proporcionan vida. Todo lo que está en contra de la Ley ocasiona muerte. Así funciona el mundo, no es tanto un castigo sino una consecuencia lógica: A toda acción corresponde una reacción.

Si tú ya estás encaminando tus acciones hacia la vida, ayuda a otros para hacer lo mismo.

viernes, 4 de junio de 2010

Directorio Pacto Arcoiris

Shalom Aleichem!!



En estas semanas me he dado a la tarea de crear siete bitácoras más, con el objetivo de demostrar que el cumplimiento de las Siete Leyes debe estar siempre presente.

Hay un blog por cada una de las 7 Mitzvot. Las pueden encontrar en las siguientes direcciones:


1. La Superstición trae mala Suerte

Corresponde a la primera Mitzvá: "No a la idolatría". El objetivo de este blog es desmentir los mitos y supersticiones que minan la confianza de las personas.


2. No soy racista, sólo distingo los colores

Correspondiente a "No blasfemar". Tiene como objetivo denunciar el racismo, y crear conciencia entre la gente para que se de cuenta de que la discriminación es una blasfemia contra el Eterno y la corona de su creación.


3. Abuso escolar

Corresponde a "No asesinar", en referencia a las terribles consecuencias que provoca el fenómeno de bullying entre niños y adolescentes.


4. Abuso NO !!

A partir de la Mitzvá "No al adulterio ni crímenes sexuales". Este es un blog para prevenir el abuso sexual.


5. Eco Gaia

Del quinto mandamiento "No robar". El blog Eco Gaia surge para fomentar el interés en preservar nuestro entorno y apreciar lo que tenemos, en vez de envidiar lo que otros poseen.


6. No al maltrato animal!!

De la sexta Mitzvá "No comer parte de animal vivo". Aunque un blog basado en esta Ley bien podría tratarse sobre la correcta alimentación, hemos decidido hablar sobre el maltrato animal, pues es un refinamiento que nos conduce al respeto de la vida animal, a evitar su sufrimiento, y por lo tanto a no violar el mandato divino.


7. Historia y Justicia en México

De la séptima Ley "Establecer leyes y Cortes de Justicia". El blog basado en esta ley quiere despertar la conciencia de los mexicanos, puesto que mi nacionalidad es mexicana. Cada nación tiene un gran potencial y en la medida en que los ciudadanos respeten y hagan valer sus leyes, podrán aumentar la justicia y disminuir la desigualdad social.

jueves, 3 de junio de 2010

Sobre No robar, y como corregir una falta



El día de ayer publicamos un texto atribuido equivocadamente al escritor uruguayo Eduardo Galeano. La recibimos bajo el título "Me caí del mundo y no se como".

Al igual que muchos, nos sentimos identificados con el texto y decidimos publicarlo, cometiendo el error de no verificar primero la veracidad de los datos.

Como resultado de ello, recibimos una notificación desde el sitio de Marciano Durán -el verdadero autor del texto- aclarando el origen de la redacción. La misma forma parte del libro “La cuestión es darse maña y otras incoherencias”, se escribió en enero de 2006 con el título "Desechando lo desechable" y corresponde también a la serie “Crónicas marcianas y uruguayas” que se publica desde 2002. Esta y otras crónicas se pueden encontrar en http://cronicasmarcianas.com.uy

En el sitio se puede vislumbrar la cantidad de veces que ha sido publicada la obra bajo un título y autor incorrectos, y más aún, sin el final correspondiente: Y yo... no me entrego.

Uno de los comentarios recibidos en el sitio de Durán fue el siguiente:


Jorge Luis dice:
December 14th, 2009 at 12:03 am
Hola, he recibido un mail donde se atribuye éste texto a Eduardo Galeano. Una de esas típicas cadenas HOAX que tanto “atrapan” a la gente.
Es ultra evidente que no es la pluma del maestro Eduardo Galeano, solamente alguien que no haya leído nada de Galeano puede creer que él es el autor.
Estoy indignado por la cantidad de irresponsables que manejan blogs, páginas web, e incluso diarios digitales, que son incapaces de chequear la información y que, evidentemente, jamás han leído a quien quizás hoy sea el mejor escritor de Latinoamérica.
Una auténtica vergüenza y un gran perjuicio, porque se puede disculpar a un irresponsable que reenvía mails, pero de ninguna manera a quienes publican en un sitio en la web.
Si esto sigue así, pronto no podremos creer casi nada de lo que leemos. Lamentable.
Gracias por el espacio para comentar y desahogarme…



Le damos la razón a Jorge Luis. Debo admitir que jamás he leído a Eduardo Galeano, y de haberlo hecho no habría confundido este texto con el de Durán. Aunque se quién es y que otros títulos ha escrito, no he leído ninguno de sus libros. Tal como dice Jorge... una vergüenza.

Jorge también está en lo correcto al decir que no se puede disculpar a quien publica en un sitio web sin checar la información. En las publicaciones tradicionales como libros, períodicos, revistas, etc.; hay por lo regular un editor que verifica si los escritos a publicar son verídicos, ante la menor duda se rechaza el escrito. En cambio, a través de Internet cualquiera puede escribir sin que necesariamente se verifique lo dicho, con la agraviante de que puede llegar mucho más rápido a un mayor número de personas.

Como editores en línea, debemos tomarnos mucho más en serio nuestro trabajo para no cometer esta clase de errores. Es muy sencillo publicar escritos porque nos agradan, pero aún así es nuestra obligación verificarlos pues Internet es para muchos un medio de comunicación para informar a la gente. Las personas creen lo que escribimos y publicamos, debemos mantener esa credibilidad.

Por otro lado, cuando adjudicamos una obra a un autor cuando realmente no la escribió, estamos robando. A uno le estamos robando por no darle el crédito de su creación, y a otro le estamos robando por anular la posibilidad de que su verdadera obra sea conocida. Tal como pasa con Galeano, de quien podemos leer muchísimas otras obras que sí son de su autoría: Las venas de Abiertas de America Latina, Memoria del fuego, El libro de los abrazos, etc.

El cuarto mandamiento "No robar" contiene el poder emocional Belleza con fundamento Misericordia. Implica que debemos preservar nuestro entorno, de forma armónica y estética, pensando en las necesidades de los demás. Es precisamente lo que hacen los autores Durán y Galeano, piensan en las necesidades del mundo y escriben sobre ellas de una bella forma. Por lo tanto no tienen necesidad de robarle a nadie y son retribuídos por ello.

Debo reconocer que yo robé, no supe reconocer la belleza del texto, pues ni siquiera me di cuenta de que no estaba completo además de que contenía algunas incoherencias: Eduardo es un nombre bastante normal como para querer cambiarlo, y no concuerda con la obra de Durán: "Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo)". Aún así, pensábamos en las necesidades del mundo al publicarlo, razón por la cual llegó inmediatamente la corrección a nuestras manos.

Cometimos una transegresión, estamos arrepentidos de ello y queremos rectificar siguiendo los siguientes principios:


1) El perdón lo obtienen aquellos que se comprometen integralmente en el proceso de teshuvá. Teshuvá que implica entre otras cosas no sólo percatarse de las faltas y errores cometidos, o pedir perdón de boca para afuera; sino también intentar reparar los daños completamente (en la medida de las máximas posibilidades), y (por supuesto) el empeño por no reiterar las conductas por las cuales se está arrepintiendo. Si alguna parte de este proceso falla, o es incompleta, entonces, el perdón obtenido se evapora entre los efluvios del error que persiste y se acrecienta.

2) El Eterno blanquea aquellas faltas por las que sinceramente uno se arrepiente; pero, las que fueron contra una persona, para obtener el perdón divino es menester que primero el que ha sido dañado perdone al ofensor (sinceramente arrepentido).

Fuente: http://serjudio.com



Es por eso que hemos hecho la publicación correcta del texto y su autoría. También ofrecimos públicamente una disculpa al autor y reiteramos nuestro compromiso para no volver a caer en esta falta.

También les prometemos publicar por lo menos un fragmento de la obra de Eduardo Galeano.


Agradecemos su comprensión.

Desechando lo desechable



Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida.

No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos.

O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.

Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara.

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.

Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos… nuestros nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Sí, ya sé… a nuestra generación siempre le costó tirar.

¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!


Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.

Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.

Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.

¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡Nos están jodiendo!

¡¡Yo los descubrí… lo hacen adrede!!

Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.

Nada se repara.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?

¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!

¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon.

La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.

De por ahí vengo yo.

Y no es que haya sido mejor.

Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo” pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo)

Me educaron para guardar todo.

¡Toooodo!

Lo que servía y lo que no.

Porque algún día las cosas podían volver a servir.

Le dábamos crédito a todo.

Sí… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.

Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.

El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.

Y guardábamos.

¡¡Cómo guardábamos!!

¡¡Tooooodo lo guardábamos!!

¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!

¡¿Cómo para qué?!

Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.

Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.

¡Tooodo guardábamos!

Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.

Y las cosas que nunca usaríamos.

Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.

Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.

Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.

Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.

Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas!

Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.

Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.

No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables… eran guardables.

¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.

Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.

Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.

Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.

Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.

Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.

Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.

No lo voy a hacer.

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.

No lo voy a hacer.

No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.

Y yo…no me entrego.

Marciano Durán

miércoles, 2 de junio de 2010

Me caí del mundo y no se cómo...



AVISO IMPORTANTE:

FE DE ERRATAS: LA SIGUIENTE PUBLICACIÓN SE HIZO EL MIÉRCOLES 2 DE JUNIO DE 2010. EL TEXTO SE ATRIBUYÓ ERRONEAMENTE A EDUARDO GALEANO. EL TEXTO ORIGINAL FUE ESCRITO POR EL TAMBIÉN URUGUAYO MARCIANO DURÁN BAJO EL TÍTULO "DESECHANDO LO DESECHABLE". LA VERSIÓN CORRECTA LA PUEDEN ENCONTRAR AQUÍ:

http://pactoarcoiris.blogspot.com/2010/06/desechando-lo-desechable.html




Hace poco me hicieron llegar este correo. Quiero transmitir estas palabras de Eduardo Galeano, porque me parece que el mundo tal como lo conocemos tiene mucho que cambiar.

Nosotros que damos a conocer al mundo las Siete Leyes, comprendemos que para poder mejorar el medio en que crecemos, necesitamos constancia y transmitir sabiduría que perdure; pero en el mundo actual todo se ve tan efímero. Es por esa razón que quiero compartirles la siguiente carta:

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.

Eduardo Galeano