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martes, 17 de agosto de 2010

Preparar el camino

En algún foro de internet, un chico explicaba las Siete Leyes de Noé; sin embargo, al final de su exposición se preguntaba cómo alguien podría acercarse a una religión "sin chiste", es decir sin ritos, dirigentes y todas esas cosas que tienen el resto de las religiones del mundo.

Preparar el camino

Esta pequeña anécdota la menciono porque recientemente sostuve una plática introductoria con un Moré, quien me explicaba que cuando la gente se acerca a los Siete de lleno y sin preparación previa, fracasa rotundamente en su intento por cumplirlos.

A primera vista, las Sheva Miztov Bnei Noaj son muy "simples", y aquella persona acostumbrada a la religiones tendrá mucha reticencia. Es lógico que esto suceda, después de todo en las religiones se enseña que la espiritualidad sólo se logra alejándose del mundo material y a través de rituales y sortilegios. Así que cuando te dicen que nada de eso es necesario, que basta con cumplir Siete Mitzvot y que con eso haces tu parte, se muestran incrédulos, indiferentes y hasta hostiles.

De manera que para que una persona pueda adentrarse en el estudio de los Siete, necesita una preparación previa. Así como un niño no puede saltarse la primaria para entrar directamente a secundaria, la persona que quiera realmente meterse de lleno al estudio de las Leyes tendrá que comprender una serie de cuestiones básicas que enmarcan a los Siete Preceptos.

Sólo de esa manera comprenderá que los Siete son sólo el origen, el mínimo indispensable para mantener el orden en la tierra; pero que de ahí se derivan reglamentos que nos ayudarán en nuestro quehacer diario como constructores de Shalom.

Noaj construyó el Arca en 120 años, y por cada año de construcción se le dio a conocer uno de estos derivados. Fue un proceso largo que requirió mucha paciencia y compromiso. De la misma forma el estudio de los Siete más sus derivados, este total de 120 reglamentos, requiere de un compromiso individual con la conciencia de que te convertirás en una mejor persona. Más completa y preparada para servir a Dios, en nuestra sagrada tarea de convertir esta tierra en un paraíso.

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