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viernes, 22 de febrero de 2013

EL PELIGRO DE LAS SECTAS RELIGIOSAS


EL PELIGRO DE LAS SECTAS RELIGIOSAS



Recientemente capturaron a los líderes de una las sectas más peligrosas que ha operado en México. La secta en cuestión se llamaba "Defensores de Cristo", y captó a más de 14 mil personas en todo el mundo.

EL PELIGRO DE LAS SECTAS RELIGIOSAS


Por medio de anuncios en Internet, los líderes de la secta ofrecían a la gente obtener hasta 343 poderes sobrenaturales que incluían resucitar a los muertos, curar a los ciegos y caminar sobre las aguas.

A pesar de que puede parecer que sólo la gente ingenua o ignorante cae en estas trampas, lo cierto es que la gran mayoría de personas que está ahí es por la enorme desesperación que siente. Como el caso de "Norma", quien pagó cientos de dólares a cambio de la promesa de que le regeneraran la matriz y pudiera quedar embarazada otra vez.

Aquí es donde vemos realmente el peligroso alcance de las sectas religiosas. ¿Por qué una persona en su sano juicio se uniría a una secta?

Hay varios factores, tanto culturales como psicológicos.

Culturalmente, la mayoría de las religiones enseñan que podemos obtener lo que sea de Dios, si es que le damos algo de valor a cambio. De manera que la relación con Dios se convierte en un mercado de intercambio, yo rezo, hago sacrificios físicos, y sigo las leyes de Dios (las cuáles al parecer varían de religión en religión), con tal de obtener una recompensa a cambio: que se cure mi hijo, que vuelva mi esposo, que pase el examen.

Esa es la lógica de muchos cultos antiguos y de muchas religiones actualmente. Así pues, no es extraño que en momentos de desesperación una persona recurra a toda clase de rituales con tal de obtener lo que más ansía.

Luego están los factores psicológicos: la necesidad de formar parte de un grupo, la alegría de saber que sí existen otras personas que son como yo. De hecho en toda secta, el ingreso del nuevo miembro comienza con un gran recibimiento, todo es exceso de amabilidad y compañerismo, sería imposible pensar que hay algo malo ahí.

Y cuando de repente se descubre que hay algo que anda mal, entra otro mecanismo: el acoso moral. El grupo que hasta entonces te había recibido como un miembro de la familia, te rechazará y exhibirá, te hará sentir como un "hijo de la maldad" que está en contra de las "verdades divinas".

El proceso de adhesión a una secta es muy similar al los síndromes de "Estocolmo" y "de la mujer golpeada", entre los cuales podemos encontrar las siguientes similitudes:

  • En los tres casos hay una parte que tiene poder sobre las víctimas: el líder carismático que domina al grupo y decide quién es bueno y quien no, el delincuente que secuestra y tiene en sus manos la vida o muerte de sus víctimas, la pareja que abusa de los sentimientos de cariño de su contraparte quien sólo desea aprobación y cariño.
  • En los tres se produce aislamiento: los miembros de la secta no pueden tener contacto con su familia ni amigos, los secuestrados no tienen contacto con nadie más que con sus secuestradores, la mujer maltratada se aleja de su familia y amigos e incluso deja de trabajar. El agresor se convierte en el único vínculo con el mundo.
  • En los tres hay fuertes sentimientos que ligan con el agresor: en las sectas está el sentimiento espiritual y la firme creencia de que el líder es la reencarnación de algún dios o posee realmente poderes sobrenaturales, los secuestrados perciben realmente que los secuestradores los matarán y se llegan a sentir agradecidos en caso de que no lo hagan, las mujeres golpeadas harían cualquier cosa por la pareja que aman.
  • En los tres casos los agresores someten a sus víctimas a humillaciones que les permiten someterlas, de tal manera que estas tendrán que hacer lo que el agresor les pida.


Y así, las personas que caen víctimas de sectas religiosas, viven encarceladas física y espiritualmente hasta que alguien las rescata. Son realmente muy raros los casos en donde la persona puede escapar por sí misma y por propia voluntad. En el caso de Blanca Castro, sobreviviente a la secta "Defensores de Cristo", ella fue muy afortunada al poder fugarse con sus propios recursos y ocultarse.

Ahora bien, ¿cómo evitar ser víctima de una secta? Podemos dar algunas sugerencias:

  • Cambie su forma de pensar respecto a Dios, haga lo que es correcto sin tratar de recibir nada a cambio. Aprenda que tanto el bien como el mal provienen del Eterno, y que hay alguna razón para ello aunque a nuestros ojos parezca incomprensible.
  • Forme fuertes vínculos sociales con su familia y amigos, si alguien le pide que se aleje de ellos, es una señal de alerta. Otra forma de aislamiento es la gran cantidad de actividades dentro de un grupo, si la cantidad de entrega para estar ahí requiere que deje de ver a su familia o dejar su empleo, entonces es momento de abandonar al grupo a pesar de las reacciones de rechazo que esto pueda crear.
  • Aprenda a distinguir sus emociones, si sabemos cuando estamos enojados, tristes o con miedo, entonces tendremos más herramientas para poder entendernos sin la necesidad compulsiva de un "guía espiritual" que nos explique lo que pasa en nuestro interior.
  • Trate cada día de mejorar su entorno o participe de alguna causa por su comunidad: reforestar, limpiar su calle, pintar la barda de una escuela. Mientras más cercanos estamos a las necesidades terrenales de nuestro entorno, menos proclives seremos a buscar soluciones sobrenaturales.
  • Procure llevar una vida espiritual dentro del ámbito familiar, esto no significa tener que realizar rituales religiosos o sacrificios corporales (ayunos, penitencias, etc.), sino hablar de lo que Dios espera de nosotros para mejorar el mundo: traer justicia, respetar la vida animal, cuidar a nuestra pareja y serle fiel, no insultar a nuestros semejantes, proteger la vida, respetar las pertenencias de otros.


La espiritualidad no está en las religiones ni en las sectas, está en cada una de las acciones que llevamos a cabo para construir un mundo mejor en donde haya paz.

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