Acaban de pasar las festividades de Navidad y Año Nuevo. Debo decir que realmente nunca fui muy adepta al asunto de la celebración de la Navidad, sobretodo cuando a uno le gusta estudiar y conocer el origen de las cosas; pero soy de la idea de que hay ser tolerantes, que cada quien decide que camino tomar en esta vida y debemos respetar esas decisiones aunque a nosotros nos parezcan incorrectas. Y en una familia donde el 99% de sus integrantes se une a los festejos navideños, la tolerancia se vuelve una herramienta obligatoria.
Sin embargo, mucho del discurso que se esconde tras la "alegría navideña" va en contra precisamente del discurso de la tolerancia y el respeto a otras creencias.
Para empezar, el asunto de la mencionada "alegría" que ha de ser obligatoria en todo ser de acuerdo al canon social. Si la dichosa Navidad no te hace feliz, entonces la gente te mira raro, te tacha de amargado o aburrido. El no ser partícipe de las festividades, te vuelve el blanco de todo tipo de apodos; clásico ejemplo, el famoso "Grinch".
También desde cierto punto de vista, este asunto de los festejos viola en algunos casos hasta las mismas leyes del Estado. Aquí en México por ejemplo, la Constitución establece que la educación que imparta el Estado debe ser laica y gratuita. Debemos recordar que la Navidad es básicamente una festividad religiosa cristiana (aunque su origen sea diferente); y sin embargo en cada escuela pública de este país se realizan pastorelas, posadas y festivales navideños.
Alguna vez me preguntaba qué pasaba con aquéllos niños que no celebran la Navidad debido a sus creencias religiosas; la respuesta es en realidad sencilla: No participan de dichas actividades. Lo cual a decir verdad no es tan malo, tienen día libre y más vacaciones que el resto de los niños; pero al mismo tiempo también se les excluye de su grupo social y en algunos casos se le señala indebidamente.
Este tipo de cuestiones me llevan a la conclusión de que estos festejos no nos ayudan a fomentar la tolerancia y pluralidad de ideas, necesarias para una convivencia sana y en paz (uno de los valores que supuestamente debería fomentar la Navidad). Sin mencionar el aumento de la depresión durante estas épocas (está documentado, no es invento mío).
Ahora bien, sigo creyendo que cualquiera es libre de unirse a la versión moderna de las Saturnalias; pero creo que también debe haber espacio en estas fechas para aquellos que no seguimos ese camino. Ante todo debe haber respeto, y no tratar de forzar a la gente a asistir a festividades que contradicen su camino espiritual.
Personalmente, no asistí al festejo navideño familiar este año (después de la insistencia del año pasado, por fin desistieron); pero no pude zafarme del festejo del año nuevo Gregoriano. Aunque eso sí, haciendo la aclaración de que era únicamente para ver a mi familia, porque yo celebro el Año Nuevo Universal (Rosh Hashaná) el cual tiene un verdadero sentido espiritual.
Por lo pronto, me quedo con las palabras de mi sobrino: "Hay que apartarse de las festividades, pero tenemos un día libre, así que podemos aprovecharlo para reunir a la familia".
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