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lunes, 14 de junio de 2010

Parashá Jukat Números 19:1-22:1




En la parashá de esta semana aparece uno de los incidentes más desconcertantes de toda la Torá. Los judíos han vagado durante 40 años por el desierto y están sedientos. Entonces, Dios le dice a Moisés que le hable a la roca y que de ella saldrá agua (Números 20:8).

La instrucción de "hablarle" a la roca contrasta con el hecho de que, 40 años antes, Moisés siguió la instrucción de Dios de golpear la roca para que el agua fluyera (Éxodo 17:6).

Esta vez Moisés debía hablar. Sin embargo, una vez más golpea la roca. Nada ocurre, entonces, Moisés golpea la roca por segunda vez y el agua comienza a salir.

La respuesta de Dios: "Ya que golpeaste la roca en vez de hablar con ella, no liderarás al Pueblo Judío en su entrada a la Tierra de Israel" (Números 20:11-12).

Leemos esta historia y pensamos: He aquí el poderoso Moisés, que se enfrentó al Faraón, ejecutó las Diez Plagas, dividió el Mar Rojo, recibió la Torá en el Monte Sinai, y defendió a la gente a través de pruebas y tribulaciones en el desierto. Ahora comete un pequeño error y Dios le quita la posibilidad de cumplir su sueño de entrar a Israel. ¡La consecuencia parece demasiado dura!

El primer paso para entender este incidente es apreciar cómo se encontraba el Pueblo Judío en un momento crítico de transición, en el cual pasarían de la vida del desierto a la vida en la Tierra de Israel. Ante la roca, las instrucciones de Dios a Moisés fueron cuidadosamente elegidas para reflejar esta transición.

Cuarenta años antes, cuando Dios le dijo a Moisés que golpeara la roca, el pueblo acababa de salir de una esclavitud brutal en Egipto – y "golpear" era un idioma que comprendían. Pero esta vez, Moisés fue llamado para liderar una nueva generación que había crecido en libertad; una generación que requería un enfoque más suave, "hablar".

Hay que tener en cuenta como en la parashá, Moisés golpea la roca dos veces. En primer lugar, golpeó la roca y no salió agua. En ese momento tuvo la oportunidad de reevaluar su enfoque y reflexionar más detenidamente acerca de la instrucción específica de Dios de "hablar". Pero Moisés golpea la roca de nuevo.

El castigo de Moisés no es severo, es simplemente una consecuencia de su relación con la nueva generación y las necesidades específicas que ésta generación tenía al momento de entrar en Israel. Al golpear la roca, en vez de hablar, demostró que no estaba preparado para cumplir con esta tarea.

Berel Wein escribe:

"En nuestro mundo incierto, es natural anhelar la seguridad y la estabilidad. Planificadores financieros, planificadores inmobiliarios, expertos de seguros y políticos a cargo, todos ellos intentando convencernos de que de la forma en que es ahora, así también será en el futuro. Sin embargo, todos nosotros en nuestros corazones sabemos que la única cosa cierta sobre el futuro es que no será igual que el presente. Por lo tanto, debemos prepararnos para estar abiertos a las nuevas circunstancias, a un mundo que cambia constantemente. No debemos tener miedo a probar nuevas tecnologías, nuevas ideas y teorías, cambiar carreras y buscar nuestros verdaderos intereses y metas. Hay un anhelo innato de grandeza en todos nosotros. Ese anhelo nunca podrá ser alcanzado sin la voluntad de cambiar, mejorar y probar cosas nuevas".

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